Mesa realizada en mármol y cubierta por una rústica pérgola donde enreda un viejo jazmín. Este espacio, testigo de numerosos aperitivos entre importantes personalidades, rebosa frescor y es quizás por este motivo, que era uno de los espacios preferidos de la querida Duquesa de Alba.
De frente y esculpido en piedra, el escudo de la Casa de Monterey, de autor anónimo, fue realizado en el siglo XVII y fue donado al Duque de Berwick y de Alba por su abuela, la Duquesa de Fernán Nuñez.